jueves, 7 de enero de 2010

APENDER A ESPERAR.- Dr. Lenín Salmon.

Entre las conquistas más beneficiosas que el ser humano alcanza a lo largo de su vida la facultad o capacidad para esperar, tal vez es la más difícil. Nadie nace con dicha cualidad, y casi nadie la domina por completo.
Todos los días la vida nos da la oportunidad de enfrentarnos a esta prueba, mas, no todos los días la superamos. En la medida en que la aprendamos y apliquemos seremos más o menos maduros, ya que no habrá madurez si no sabemos controlar nuestros insititivos impulsos a lograr lo que queremos cuando lo queremos, sin esperar a cumplir con el proceso respectivo.

El niño y la satisfacción de sus deseos.-
El niño al nacer depende totalmente de los padres para sobrevivir, y éstos tratan de satisfacer todas sus necesidades y exigencias (esto es "ser buenos padres"). El niño, por supeuesto, no tiene idea de si sus padres pueden o no sastisfacer sus demandas, ni les interesa, ya que funciona bajo el Principio del Placer y solo exige que sus necesidades sean resueltas. Con el paso del tiempo, y no mucho tiempo, alrededor de los 4 o 5 años el niño debe poder darse cuenta de que no todo lo que pida automáticamente se materializará frente a él. Los padres deben decirle si aquello que desea ocurrirá enseguida, más tarde, o jamás (éste ese el Princio de la Realidad).
De esta manera, desde temprano y muy gradualmente, el niño comenzará a manejar la frustración, aprenderá a esperar su turno, conocerá que no todo se consigue en el primer intento, que el esfuerzo da frutos y la privación templa el carácter. Aprenderá que para que haya postre primero debe haber sopa, para que haya TV debe primero haber tareas escolares terminadas, para que haya placer ( en todo sentido) primero habrá que complir con las obligaciones.
En otras palabras, demorar la gratificación los ayudará a desarrollar perseverancia, disciplina, responsabilidad, y los mantendrá siempre muy cerca de la realidad. Sobre todo, los hará sentir con derecho a disfrutar lo logrado.

El adulto y el Principio del Placer.-
Los padres que sostienen a sus hijos ya crecidos, todavía bajo el Principio del Placer porque sus comodidades materiales se lo permiten, o por expiar sentimientos de culpa, o por compensar carencias sufridas en su propia infancia, están obstruyendo su camino hacia la madurez y les están dejando como herencia una muy falsa percepción del muhndo y la realidad. Los estarían privando de desarrollar anticuerpos contra LA ADVERSIDAD; ESTOS HIJOS NO SABRÍAN CÓMO MANEJARSE EN UNA SITUACIÓN QUE EXIJA PENSAR Y ACTUAR CON OBJETIVIDAD Y SENTIDO COMÚN.
Además, y muy lamentablemente, muchos hijos, con la venia de los padres, se han acostumbrado a obtener satisfacción inmediata a sus deseos mediante el uso de tarjetas de crédito, compras por Internet o por teléfono, o crédito instántaneo: es la cultura del "juegue ahora, pague después". Esto hace que muchos chicos se sientan "predestinados", con derecho a obtener lo que quieran en ese instante. Algunos de ellos terminan pensando de la misma manera sobre las relaciones interpersonales, cometiendo abusos y a menudo sufriendo amargas frustraciones en nombre del "yo quiero, yo merezco, yo tomo".
Este tipo de actitud en la vida adulta es caldo de cultivo para las actitudes inmorales que vemos a diario: abuso de confianza en las amistades (o usarlas para escalar posiciones), deshonestidad en el trabajo ej. pensar que un puesto público es una mina de oro propia, negación y rechazo a principios o valores básicos cuando entran en conflicto con nuestros intereses.
Es necesario que los padres les trasmitan a sus hijos, desde muy pequeños, el significado de los valores y principios morales al demostrarles, con ejemplos y no con discursos, el derecho a disfrutar el haber alcanzado una meta por pequeña que sea, si se la logró mediante esfuerzo, disciplina y paciencia, y siguiendo todos los pasos lícitos. Y si no se la logró, volver a intentarlo corrigiendo lo que haya que corregir, Los hijos deben aprender que tratar una y otra vez de alcanzar una meta difícil es un mérito de sí mismo. Nada de lo que en verdad vale la pena en la vida llega facilmente; justamente, vale la pena porque costó trabajo alcanzarlo.

Espero les guste.
Sylvia Salcedo

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